El Fígaro,
en el número de mayo del año 1909, evoca
la fundación de la República con una portada que dramatiza el momento del
triunfo, donde el empleo de los códigos clásicos reafirma a la República como hija de la modernidad
y heredera de la tradición occidental[1].
Una silueta alada, que encumbra la
bandera cubana con un gesto heroico, nos remite a la Niké griega[2]
y, a un mismo tiempo, a la alegoría del
día, que se levanta sobre las tinieblas y la oscuridad. Se reproduce, así,
el surgimiento, el renacer social y político del Estado cubano, que ha dejado
atrás la noche del pasado colonial [3]. Pero,
quizá, el sentido primordial del antagonismo día-noche se encuentre en los
versos de Manuel Serafín Pichardo –fundador de la revista–, ubicados en el centro: un
poema que subraya la antítesis entre dos aniversarios consecutivos, el 19 y el 20 de mayo. La noche como la
víspera amarga de la muerte del Apóstol que antecede al memorable día del establecimiento
de la República.
19 y 20 de mayo
A Justo García Vélez
La Historia, que contrastes avecina
juntar dos fechas inmortales quiere:
aquella en que el sublime Apóstol muere
y aquella en que fulgura su Doctrina
¡Cuánto amargor al recoger el fruto!
¡Cuánta espina al tocar las patrias flores!
Enlazada la gloria a los dolores,
tiene el gran día vísperas de luto.
¡Oh Cuba! Tal parece que tu sino
es llevar con el lauro el sufrimiento
y unir a cada bien algún lamento;
que hace falta a tu espléndido destino,
como a la sangre ardiente y contenida,
para correr en libertad, la herida!
Manuel
S. Pichardo. 1909
[1] En 1900, en el
número 45 (2 de diciembre), había aparecido ya una portada similar, del mismo
ilustrador, Quiñones, pero que en el redondel del centro mostraba una imagen
del presidente de la Convención Constituyente de la Isla de Cuba, Domingo
Méndez Capote. La metáfora se concentra, en este caso precedente, en el cambio
radical que significaba la elaboración, redacción y legalización de la
Constitución cubana. Este es el primer ejemplo de alegorías de la Constitución
que presenta El Fígaro, quien
homologa en sus portadas la redacción jurídica del documento con la
instauración misma de la República. Para ello emplea los mismos recursos
iconográficos de las alegorías republicanas posteriores.
[2] Niké era la diosa griega de la Victoria y simbolizaba el
éxito en todos sus sentidos. Se caracterizaba por ser una mujer con alas,
sedente o en vuelo, coronada con ramos de laurel y, ocasionalmente, con una
palma, una guirnalda, escudos o trofeos según la ocasión.
[3] Hay que tener
en cuenta que también en este año finaliza la Segunda Intervención
Norteamericana en la Isla y se reinicia la sucesión presidencial con José
Miguel Gómez.
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