En
enero de 1889 aparece en la sección de Crónicas de El Fígaro la Srta. María Verdejo, fotografiada por Pedro J. Pérez,
vestida de República. Tal como puede ser hoy la sesión de fotos de los quince
para las jovencillas, a finales del siglo XIX se hizo común la práctica de
retratarse engalanadas como alegorías de la República, como moda, pero también
como marca de identidad patriótica, liberalismo y modernismo, en una sociedad
sumida en el proceso de reafirmación de su cultura e identidad nacional.
La
alegoría funciona aquí como una marca de “patriotismo y nacionalismo”, pero
también de civilización, modernidad, cultura ilustrada…la alegoría se convierte
en un método de exhibición para exponer el “patriotismo” de la retratada y su
familia, así como la cultura ilustrada, moderna y civilizada de la cuales son
partícipes también.
Esta costumbre trasluce la politización extrema de los actos rutinarios y ordinarios en este período. Cada cubano insistía en remarcar con su accionar el fervor y la devoción patriótica, en pos de contrarrestar la intromisión política y cultural del gobierno interventor.
Esta costumbre trasluce la politización extrema de los actos rutinarios y ordinarios en este período. Cada cubano insistía en remarcar con su accionar el fervor y la devoción patriótica, en pos de contrarrestar la intromisión política y cultural del gobierno interventor.
Se
populariza la alegorización y, poco a poco, su carácter oficialista se
intercepta con el uso, si bien no populista, al menos extensivo en las clases
medias y altas. Estas instantáneas, al aparecer en la prensa, ampliaban su
alcance promocional a todos aquellos que adquirían la revista.
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