La bandera cubana que a modo de falda
lleva la mambisa, el fondo estrellado que evoca la presencia
de los norteamericanos como triunfantes también en esta lucha, el escudo
nacional y el uniforme mambí de la mujer actúan como metáforas de la patria
cubana, de su identidad y de su emancipación.
Curvos trazos decorativos definen los bordes, que
contrastan con la línea firme y marcada del centro; lo ondulado y lo rígido se
conjugan para lograr un mayor impacto visual. El ilustrador, Del Barrio,
profetiza con esta temprana alegoría la encarnación femenina del Estado cubano
y algunos de los atributos que se transformarán en sus iconos inequívocos.
Lo que la distingue de las personificaciones
posteriores es su vínculo, aún ostensible, con la cultura insurrecta, pues se
enfatiza en la imagen de la mujer “manigüera”, la simpatizante con el Ejercito
Libertador, la abanderada, la amazona de los campos de Cuba…puesto que la
abstracción alegórica no se ha consumado.
Estamos en presencia, entonces, de una obra que
conecta visualmente el mito de la abanderada mambisa y la alegoría republicana;
una obra de transición necesaria y obligatoria entre el imaginario nacionalista del siglo XIX y el del siglo XX.
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